Como quien se despide del frio.

Voy a darte portazo como quien se despide del frio, la tormenta y barre las hojas que arrastraron los arboles. Quemaré tus ropas para no recordar ese dulce olor que me hacia sonreír de buena mañana, tiraré tu cepillo de dientes (aquél que dejaste para cuando te quedaras a dormir). Voy a tirar la casa por la ventana para no recordar esas historias en cada rincón de mi pequeño mundo. Donde me quemabas la tristeza dándome mil sonrisas por cada llanto. Recuerdo nuestras pequeñas historias en cada milímetro de la cama, cuando me acariciabas y sentía ese hormigueo en la barriga. Voy a destruir ese rincón donde te sentabas a leer tus sentimientos, donde me decías que era lo más bonito que tenias en esta vida. Pintaré las paredes del color del olvido, escupiré todos los orgasmos que me gocé a tu lado.

Nosotros.

Nos alimentamos de imaginación y dolor. No dejamos de ser un animal más en el espacio que ocupa la tierra. Nunca vamos a ser coherentes, ni vamos a alcanzar la felicidad, (mil sonrisas fingidas a nuestras espaldas). Nos invade la tristeza en días de lluvia, el viento se nos lleva como una hoja en pleno otoño y nuestros sentimientos recorren cuerpos, mentes y conciencias para llegar a lo que nos parece ‘nuestro lugar’, el cual se escurre en menos de lo previsto. La esperanza nos suena a recuerdo, y el olvido tal vez a fantasmas. Un día somos una tormenta desatada que se lleva por delante a medio mundo, y otro día somos un granito de sal que odia el azúcar. Cambiamos nuestra mente como a una planta le caen las hojas. Dicen que uno se tiene que encontrar a él mismo para ser alguien (dicen, dicen y no saben lo que dicen…), pero y que? Hay quien se alimenta de sentimientos no vividos, y vive en una burbuja anti paralela al mundo. Cruzamos nuestro ecuador semanal con inconsciencia, con vértigo a la monotonía y odio hacia la rutina.